VI
De ocasiones
cargadas con rosa y oro en que el sol
se hunde y ahoga
en un mar que se ennegrece, de esas y otras más,
estar cansado.
Tener un atardecer entero, momento por momento
como el de recién,
con un lujo de detalles exactos, sólo oscurece
nuestro sentido
de lo que pasó. Hay un límite para lo que podemos imaginar
y para cuán bueno
algo es bueno. Mejor esperar
el mínimo
recordatorio, un atisbo espectral – está ahí pero no, algo
que no es
exactamente una escena, preparada sólo para disolverse, entonces
cuando se
desvanece como debe, ninguna sensación de pérdida surge de su funeral.
Las casas, los
jardines, los perros vagabundos, dejá que sean
factores de
ausencia, una incantación de lo inefable.
El patio de atrás
era rojo, eso poco sabemos. Y la campana de la iglesia
marca la hora.
¿Qué más hay? El olor a comida,
las últimas huellas de la cena, se fueron. Lavaron los
vasos.
El barrio duerme. ¿Volverá alguna vez este mismo día, y con él
nuestro asombro
de haber estado en él, o sólo una oscura niebla
se extenderá en
el fondo de nuestra mente, borrando los eventos, uno después
de otro, tan
ínfimos que podrían haberse perdido desde el comienzo?
Versión de Tom
Maver
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A Suite of appearances
VI
Out of occasions flounced with rose and gold in which
the sun
Sinks deep and drowns in a blackening sea, of those,
and more,
To be tired. To have the whole sunset again, moment by
moment,
As it occurred, in a correct and detailed account,
only darkens
Our sense of what happened. There is a limit to what
we can picture
And how much of a good thing is a good thing. Better
to hope
For the merest reminder, a spectral glimpse – there
but not there,
Something not quite a scene, poised only to be
dissolved,
So, when it goes as it must, no sense of loss springs
in its wake.
The houses, the gardens, the roaming dogs, let them
become
The factors of absence, an incantation of the
ineffable.
The backyard was red, that much we know. And the church
bell
Tolled the hour. What more is there? The odors of
food,
The last traces of dinner, are gone. The glasses are
washed.
The neighborhood sleeps. Will the same day ever come
back, and with it
Our amazement at having bee in it, or will only a dark
haze
Spread at the back of the mind, erasing events, one
after
The other, so brief they may have been lost to begin
with?
from Blizzard of
one, Alfred A. Knopf, New York ,
2006.