26.5.13

Muriel Rukeyser a través de Daniela Camozzi: las voces mezcladas




Esta vez la poeta y traductora Daniela Camozzi traduce un poema de Muriel Rukeyser del "Libro de los Muertos", y hace una nota de la traductora.



ARTHUR PEYTON

Consumido. Carcomido. Y el amor allá enfrente.
Recibí una carta esta mañana
De nuestra consideración: …con sumo placer… adjuntamos un cheque…
a su nombre, por 21,59 dólares,
        es la mitad de los restos que
        pudimos cobrar para usted
        en la causa judicial de referencia.
Con el cierre de los distintos juicios,
        después de reunir todo lo que pudimos,
        este es el saldo que le queda.
Lo saludamos, así, muy cordial
       y atentamente.

Después de reunir
                           el polvo     el fracaso      el cuerpo de ingenieros
Oh amor     consumido       carcomido         reía el capataz
mojaban los taladros cuando llegaban los inspectores
la luna sopla vidriosa sobre nuestro río natal.

Oh amor, contale a la comisión lo que yo sé:
nunca vuelvas a decir que querías casarte conmigo.
En las minas, los extractores son enormes (2.000 hombres, ninguna máscara)
antes de su veredicto los doctores me preguntaron cuánto tiempo
sí, Doctor, dígame ¿cuánto tiempo?
Pero nunca vuelvas a decirme que querés casarte conmigo.
Te miro cómo cerca de las lápidas todo el día
seguís una hilera de nubes       la danza de los taladros,

amor, y las aves en el cielo coronando los árboles
las colinas blancas tan blancas elevándose sobre la ciudad
–culpo de desidia a todas las empresas involucradas–
dos años Oh amor dos años dijo él que ofrendó.

El espiral del río en la casa impecable
la fachada bancaria de mármol de la licorería
yo vi cómo empujaban a los negros con los mangos de los picos
en esos otros trabajos a mí no me asignaban a los túneles.

Entre nosotros, amor
                                los micros en la puerta
la larga calle de vidrio    dos años, mi muerte a la tuya
mi muerte en tus labios
mi rostro que se hace de vidrio
curtido pétreo el tiempo me hace triunfar inmortal
el amor un espejo de nuestro valle
nuestra calle     nuestro río       un vidrio que mata.
Ahora me meten en un horno de fundición de acero
Oh amor la corriente del vidrio una corriente de fuego vivo.





Nota:

     Este poema de Muriel Rukeyser pertenece a la serie “El libro de los muertos” del libro U.S. 1 publicado en 1938.
     Rukeyser, militante además de poeta, escribió sobre feminismo y justicia social, entre otros temas. Recorrió su país y fue en distintas ocasiones al exterior impulsada por su compromiso político, convencida de que debía ser testigo de los hechos para poder documentarlos.
     Así, en 1936 viajó al Estado de Virginia Occidental para investigar sobre la tragedia de Gauley Bridge, donde unos dos mil trabajadores mineros murieron, producto de la explotación de la empresa Union Carbide, que los hacía trabajar en la construcción de túneles durante larguísimas jornadas y sin ningún tipo de protección. Los obreros enfermaron debido a la aspiración de sílice durante sus tareas de excavación y dinamitado. Nadie oyó sus quejas y reclamos. La mayoría eran migrantes negros que llegaban al lugar buscando trabajo en los desesperados años de la Depresión. Enterraban a los cuerpos sin identificación. Los médicos contratados por la empresa mentían en los diagnósticos y causas de las muertes. Pero una mujer, luego de perder a su esposo y tres hijos, logró reunir el dinero para radiografiar los pulmones de su cuarto hijo. Las radiografías dejaron ver los restos de polvo de sílice depositados en sus pulmones. Y se demostró que la causa de las muertes no había sido ni neumonía ni tuberculosis, como decían los doctores comprados por Union Carbide, sino silicosis. Y que la empresa era responsable de todas esas muertes. Se abrieron sumarios y causas judiciales, intervino el Congreso y sus comisiones. Pero casi todo el dinero de las indemnizaciones fue a parar a manos de los abogados intervinientes.
      Rukeyser fue a documentarlo todo, a presenciar los juicios, a entrevistarse con las víctimas y sus familias, con los médicos, a leer los expedientes. Y, con ese material, escribió “El libro de los muertos”, considerado uno de sus poemas más intensos. Es un texto polifónico, que entrecruza el discurso jurídico, el periodístico y el lírico; un collage que yuxtapone cotizaciones bursátiles con informes parlamentarios y transcripciones de declaraciones judiciales. En los poemas están las voces de los médicos, los contratistas, los familiares y, sobre todo, las de las víctimas. Rukeyser, al elegir el título de esta obra, invoca al texto egipcio original, y otorga así importancia mítica a los mineros que fueron empujados al inframundo donde luego perecerían.
      “Arthur Peyton” es uno de los poemas que componen la serie. Peyton, un capataz blanco que también murió de silicosis, revive en el poema, en la conjunción de voces que Rukeyser combina: la carta del abogado informándole el puñado de dólares que le quedan de saldo, la increpación al médico, la imposibilidad de casarse con su amor aunque esté ahí enfrente, esperándolo. Al traducir este poema, utilicé mínimas adaptaciones para no distraer al lector del principal efecto que Rukeyser busca: que de la mezcla de voces y discursos, que se van fundiendo hasta culminar en una fusión irreversible, surja una invocación a nuestra humanidad, a nuestro amor, para que ya nadie sea arrojado al fuego de las máquinas de fabricar acero.
       Fuentes de la nota:
-         Sentir los mundos, poetas en lengua inglesa, Rosa García Rayego y Esther Sánchez-Pardo, La rama dorada, Huerga & Fierro editores, Madrid, 2001.
-         Groundbreaking Book: U.S. 1 (featuring "The Book of the Dead") by Muriel Rukeyser (1938). www.poets.org/viewmedia.php/prmMID/21713
-         Medical-Industrial Discourses: Muriel Rukeyser's "The Book of the Dead", por Shira Wolosky. Publicado en “Literature and Medicine”, Volumen 25, Número 1, 2006.

-         The power of political art: the 1930s literary left reconsidered, Robert Shulman, University of North Carolina Press, Carolina del Norte, 2001.



Versión y Nota: Daniela Camozzi
Para leer más, hacé click acá.


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ARTHUR PEYTON

Consumed. Eaten away. And love across the street.
I had a letter in the mail this morning
Dear Sir,…pleasure…enclosing herewith our check…
payable to you, for $21.59
        being one-half of the residue which
        we were able to collect in your behalf
        in regard to the above case.
In winding up the various suits,
       after collecting all we could,
       we find this balance due to you.
With regards, we are
       Very truly,

After collecting
                        the dust     the failure     the engineering corps
O love      consumed     eaten away       the foreman laughed
they wet the drills when the inspectors came
the moon blows glassy over our native river.

O love tell the committee that I know:
never repeat you mean to marry me.
In mines, the fans are large (2,000 men unmasked)
before his verdict the doctors asked me How long
I said, Dr. Harless, tell me how long?
—Only never again tell me you’ll marry me.
I watch how at the tables you all day
follow a line of clouds      the dance of drills,

and, love, the sky birds who crown the trees
the white white hills standing upon Alloy
—I charge negligence, all companies concerned—
two years O love two years he said he gave.

The swirl of river at the tidy house
the marble bank-face of the liquor store
I saw the Negroes driven with pick handles
on these other jobs I was not in tunnel work.

Between us, love
                          the buses at the door
the long glass street two years, my death to yours
my death upon your lips
my face becoming glass
strong challenged time making me win immortal
the love a mirror of our valley
our street      our river       a deadly glass to hold.
Now they are feeding me into a steel mill furnace
O love the stream of glass a stream of living fire.


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