Esta vez la poeta y traductora Daniela Camozzi traduce un poema de Muriel Rukeyser del "Libro de los Muertos", y hace una nota de la traductora.
ARTHUR PEYTON
Consumido. Carcomido. Y el amor allá enfrente.
Recibí una carta esta mañana
De nuestra consideración: …con sumo placer… adjuntamos un cheque…
a su nombre, por 21,59 dólares,
es la mitad de los restos que
pudimos cobrar para usted
en la causa judicial de referencia.
Con el cierre de los distintos juicios,
después de reunir todo lo que pudimos,
este es el saldo que le queda.
Lo saludamos, así, muy cordial
y atentamente.
Después de reunir
el polvo el fracaso el cuerpo de ingenieros
Oh amor consumido carcomido reía el capataz
mojaban los taladros cuando llegaban los inspectores
la luna sopla vidriosa sobre nuestro río natal.
Oh amor, contale a la comisión lo que yo sé:
nunca vuelvas a decir que querías casarte conmigo.
En las minas, los extractores son enormes (2.000 hombres, ninguna máscara)
antes de su veredicto los doctores me preguntaron cuánto tiempo
sí, Doctor, dígame ¿cuánto tiempo?
Pero nunca vuelvas a decirme que querés casarte conmigo.
Te miro cómo cerca de las lápidas todo el día
seguís una hilera de nubes la danza de los taladros,
amor, y las aves en el cielo coronando los árboles
las colinas blancas tan blancas elevándose sobre la ciudad
–culpo de desidia a todas las empresas involucradas–
dos años Oh amor dos años dijo él que ofrendó.
El espiral del río en la casa impecable
la fachada bancaria de mármol de la licorería
yo vi cómo empujaban a los negros con los mangos de los picos
en esos otros trabajos a mí no me asignaban a los túneles.
Entre nosotros, amor
los micros en la puerta
la larga calle de vidrio dos años, mi muerte a la tuya
mi muerte en tus labios
mi rostro que se hace de vidrio
curtido pétreo el tiempo me hace triunfar inmortal
el amor un espejo de nuestro valle
nuestra calle nuestro río un vidrio que mata.
Ahora me meten en un horno de fundición de acero
Oh amor la corriente del vidrio una corriente de fuego vivo.
Nota:
Este poema de Muriel Rukeyser pertenece a la serie “El libro
de los muertos” del libro U.S. 1
publicado en 1938.
Rukeyser, militante además de poeta, escribió sobre feminismo y justicia
social, entre otros temas. Recorrió su país y fue en distintas ocasiones al
exterior impulsada por su compromiso político, convencida de que debía ser
testigo de los hechos para poder documentarlos. Así, en 1936 viajó al Estado de Virginia Occidental para investigar sobre la tragedia de Gauley Bridge, donde unos dos mil trabajadores mineros murieron, producto de la explotación de la empresa Union Carbide, que los hacía trabajar en la construcción de túneles durante larguísimas jornadas y sin ningún tipo de protección. Los obreros enfermaron debido a la aspiración de sílice durante sus tareas de excavación y dinamitado. Nadie oyó sus quejas y reclamos. La mayoría eran migrantes negros que llegaban al lugar buscando trabajo en los desesperados años de
Rukeyser fue a documentarlo todo, a presenciar los juicios, a entrevistarse con las víctimas y sus familias, con los médicos, a leer los expedientes. Y, con ese material, escribió “El libro de los muertos”, considerado uno de sus poemas más intensos. Es un texto polifónico, que entrecruza el discurso jurídico, el periodístico y el lírico; un collage que yuxtapone cotizaciones bursátiles con informes parlamentarios y transcripciones de declaraciones judiciales. En los poemas están las voces de los médicos, los contratistas, los familiares y, sobre todo, las de las víctimas. Rukeyser, al elegir el título de esta obra, invoca al texto egipcio original, y otorga así importancia mítica a los mineros que fueron empujados al inframundo donde luego perecerían.
“Arthur Peyton” es uno de los poemas que componen la serie. Peyton, un capataz blanco que también murió de silicosis, revive en el poema, en la conjunción de voces que Rukeyser combina: la carta del abogado informándole el puñado de dólares que le quedan de saldo, la increpación al médico, la imposibilidad de casarse con su amor aunque esté ahí enfrente, esperándolo. Al traducir este poema, utilicé mínimas adaptaciones para no distraer al lector del principal efecto que Rukeyser busca: que de la mezcla de voces y discursos, que se van fundiendo hasta culminar en una fusión irreversible, surja una invocación a nuestra humanidad, a nuestro amor, para que ya nadie sea arrojado al fuego de las máquinas de fabricar acero.
Fuentes de la nota:
-
Sentir los
mundos, poetas en lengua inglesa, Rosa García Rayego y Esther
Sánchez-Pardo, La rama dorada, Huerga & Fierro editores, Madrid, 2001.
-
Groundbreaking
Book: U.S. 1 (featuring "The Book of the Dead") by Muriel Rukeyser
(1938). www.poets.org/viewmedia.php/prmMID/21713
-
Medical-Industrial
Discourses: Muriel Rukeyser's "The Book of the Dead", por Shira
Wolosky. Publicado en “Literature
and Medicine”, Volumen 25, Número
1, 2006.
-
The power of political art: the
1930s literary left reconsidered, Robert Shulman, University of North Carolina Press, Carolina del
Norte, 2001.
Versión y Nota: Daniela Camozzi
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ARTHUR PEYTON
Consumed. Eaten away. And love across the street.
I had a letter in the mail this morning
Dear Sir,…pleasure…enclosing herewith our check…
payable to you, for $21.59
being one-half of the residue which
we were able to collect in your behalf
in regard to the above case.
In winding up the various suits,
after collecting all we could,
we find this balance due to you.
With regards, we are
Very truly,
After collecting
the dust the failure the engineering corps
O love consumed eaten away the foreman laughed
they wet the drills when the inspectors came
the moon blows glassy over our native river.
O love tell the committee that I know:
never repeat you mean to marry me.
In mines, the fans are large (2,000 men unmasked)
before his verdict the doctors asked me How long
I said, Dr. Harless, tell me how long?
—Only never again tell me you’ll marry me.
I watch how at the tables you all day
follow a line of clouds the dance of drills,
and, love, the sky birds who crown the trees
the white white hills standing upon Alloy
—I charge negligence, all companies concerned—
two years O love two years he said he gave.
The swirl of river at the tidy house
the marble bank-face of the liquor store
I saw the Negroes driven with pick handles
on these other jobs I was not in tunnel work.
Between us, love
the buses at the door
the long glass street two years, my death to yours
my death upon your lips
my face becoming glass
strong challenged time making me win immortal
the love a mirror of our valley
our street our river a deadly glass to hold.
Now they are feeding me into a steel mill furnace
O love the stream of glass a stream of living fire.