Para esta vez, la traductora Marina Kohon traduce a Laura Riding y escribe especialmente una nota de la traductora.
Ecos
1
Desde que aprendí todo en
tal temblor anoche-
no con mis ojos
certeros en la oscuridad
sino con mis dedos duros
por el miedo,
extendidos para tocar un
fantasma, cerrándose en mi-
he estado sonriendo.
2
Criar inocentes para volverlos monstruos no es
propio de la fertilidad
sino
de la fascinación
en las mujeres.
3
Fue el principio del
tiempo
cuando la individualidad
se paró sobre el limo.
Fue el principio del
dolor
cuando un ángel habló y
se aquietó otra vez.
4
Luego de contar siglos
los números cuelgan
pesados sobre las
esperanzas innumerables y oprimen
el corazón que cada mujer
silencia bajo su vestido
cerca de la garganta,
donde la memoria sujeta el encaje,
un antiguo broche.
5
Es una misión para los
hombres asustarse y volar
después de la alarma
brillante, día.
Alguien debe aguardar,
alguien debe cuidar la noche.
Nota de la traductora:
¿Por qué Laura Riding?
Por varias razones: porque es muy difícil encontrar traducciones de su poesía
al español, porque su decir es una búsqueda de la verdad, una obsesión por la
precisión y la reducción del lenguaje. Al leer
sus versos se cruza un límite,
Riding conjuga el orden universal
en un intento de aprehenderlo para que los lectores vean por sus ojos, aunque
ese algo que encierra la palabra, no sea exactamente el mismo algo para el
resto de las personas; ella dice “éste
es un mundo de torpezas y de
aproximaciones circunstanciales”. La
perfección, la unidad son el otro lado.
Robert Fitzgerald
escribió en The Kenyon Review: “de todos los poemas contemporáneos que conozco,
éstos me parecen los más avanzados, los más personales y puros”. Traducir a Riding es internarse en una música
distinta, una sentencia, cada verso es un golpe que va cincelando una piedra
para que podamos descubrir su arista,
pureza, brillo. Aquí las palabras chocan entre sí y con los silencios,
descubrir la piedra fundamental del mundo es la meta.
Marina Kohon
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ECHOES
1
Since learning all in such a tremble last
night—
Not with my eyes adroit in the dark,
But with my fingers hard with fright,
Astretch to touch a phantom, closing on
myself—
I have been smiling.
2
Mothering innocents to monsters is
Not of fertility but fascination
In women.
3
It was the beginning of time
When selfhood first stood up in the slime.
It was the beginning of pain
When an angel spoke and was quiet again.
4
After the count of centuries numbers hang
Heavy over the unnumbered hopes and oppress
The heart each woman stills beneath her
dress
Close to the throat, where memory clasps
the lace,
An ancient brooch.
5
It is a mission for men to scare and fly
After the siren luminary, day.
Someone must bide, someone must guard the
night.
Laura Riding