30.7.13

Carol Ann Duffy - Fotógrafo de guerra




Fotógrafo de guerra

En su cuarto oscuro se encuentra finalmente solo
con rollos de sufrimiento desplegados en filas ordenadas.
La única luz es roja y brilla suavemente
como si fuera una iglesia y él
un cura preparándose para entonar la Misa.
Belfast. Beirut. Phnom Penh. Toda carne es pasto.

Tiene una tarea que hacer. Los líquidos se derraman en bandejas
debajo de sus manos que no temblaron entonces
pero que ahora parecen hacerlo. La Inglaterra rural. De vuelta en casa
donde el dolor ordinario el clima lo dispersa,
donde los campos no estallan debajo de los pies
de chicos que corren en una pesadilla de calor.

Algo está pasando. Las facciones de un extraño
tenuemente empiezan a torcerse ante sus ojos,
un fantasma a medio hacer. Recuerda los llantos
de la mujer de este hombre, cómo buscó aprobación
sin palabras para hacer lo que uno debe
y cómo la sangre manchó el polvo extranjero.

Cien agonías en blanco y negro
de las cuales su editor va a elegir cinco o seis
para el suplemento del domingo. Los ojos del lector se pinchan
con lágrimas entre una ducha y las cervezas de media mañana.
Desde el avión él mira sin inmutarse hacia donde
gana su salario y que a ellos no les importa.





 Versión de Tom Maver


ºººººº



War Photographer

In his darkroom he is finally alone
with spools of suffering set out in ordered rows.
The only light is red and softly glows,
as though this were a church and he
a priest preparing to intone a Mass.
Belfast. Beirut. Phnom Penh. All flesh is grass.

He has a job to do. Solutions slop in trays
beneath his hands which did not tremble then
though seem to now. Rural England. Home again
to ordinary pain which simple weather can dispel,
to fields which don't explode beneath the feet
of running children in a nightmare heat.

Something is happening. A stranger's features
faintly start to twist before his eyes,
a half-formed ghost. He remembers the cries
of this man's wife, how he sought approval
without words to do what someone must
and how the blood stained into foreign dust.

A hundred agonies in black-and-white
from which his editor will pick out five or six
for Sunday's supplement. The reader's eyeballs prick
with tears between bath and pre-lunch beers.
From aeroplane he stares impassively at where
he earns a living and they do not care.











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