El final (última parte del largo poema: Kaddish)
Yo soy yo,
viejo Padre OjodePez que engendró el océano, el gusano en mi propia oreja, la
serpiente que gira alrededor del árbol,
me siento
en la mente del roble y me escondo en la rosa, sé si alguien despierta, salvo
mi Muerte,
vengan a mí
cuerpos, vengan a mí profecías, vengan todos presentimientos, vengan espíritus
y visiones,
los recibo
a todos, moriré de cáncer, entro al ataúd para siempre, cierro los ojos,
desparezco,
caigo en mí
mismo en la nieve invernal, ruedo en una gran rueda en la lluvia, veo a los que
se cogen convulsionándose,
crujidos en
el auto, las furias gimiendo el bajo de su música, la memoria desvaneciéndose
en el cerebro, hombres imitando a los perros,
me deleito
en la panza de una mujer, la juventud estirando sus senos y muslos para el
sexo, la pija parada hacia adentro
gaseando
sus semillas en los labios del Yin, las bestias bailan en Siam, cantan ópera en
Moscú,
mis chicos
deseosos en las escaleras, entro en Nueva York, toco mi jazz en un clave de
Chicago,
el Amor que
me cargó lo llevo de nuevo a mi Origen sin derramarlo, sobrevuelo al que vomita
entusiasmado
con mi falta de muerte, entusiasmado con este sin fin que barajo y entierro,
vení Poeta
callate comé mi palabra, y probá mi boca en tu oreja.
Nueva York, 1960