21.3.12

Li-Young Lee - Un himno a la infancia

(Indonesia, 1959 - )


Un himno a la infancia

¿Infancia? ¿Qué infancia?
¿Esa que no duró?
¿Esa en que aprendiste a tenerle miedo
al pozo de madera que estaba en el patio
y a la escalera de daba al altillo?

¿La que estaba presidida por hombres armados
en uniformes que no les quedaban
paseándose por calles y callejones
mientras que por los altoparlantes declaraban una nueva era,
y la casa alrededor tuyo crecía,
los cuartos se alejaban y tenían más y más
gente desparecida?

Las fotos se susurraban entre ellas
desde sus marcos en los pasillos.
Las ollas decían tu nombre
cada vez que pasabas por la cocina.

Y vos pretendías estar muerto con tu hermana
jugando a juegos de rescate y abandono.
Aprendiste a quedarte inmóvil tanto tiempo
que el mundo te parecía una obra que mirabas
desde la seguridad de un palco acolchonado. ¡Mirá! Gritando
vienen los sirvientes, aullando los soldados
dando vuelta los muebles,
destrozando la porcelana de tu madre.

No te quedes dormido.
Cada acto se abre con tu madre
leyendo una carta que la hace llorar.
Cada acto se cierra con tu padre cayendo
en las manos de un Faraón.

¿Qué infancia? ¿La que nunca termina? Oh vos
todavía un niño que crece lentamente.
Todavía hablando con Dios y pensando que la nieve
que cae es el sonido de Dios escuchando
y que el invierno es la casa de altos techos
donde Dios mide con un solo ojo
una ola del océano en minutos y octavas
y cuenta con muchos dedos
todas las formas con que un chico aprende a decir Yo.

¿Qué infancia?
¿Esa de la que nunca podés escapar? Vos,
tan lento para saber
qué sabés y qué no sabés.
Todavía pensando que escuchás una canción grave
en el viento que sopla en los tejados,
una historia en tu respiración,
dolor en la paloma que canta al anochecer
y plenitud en el pájaro que no ves
piar en la mañana. Todavía lento para diferenciar
la memoria de la imaginación, el cielo
del ahora y acá,
el infierno del ahora y acá,
a la muerte de la infancia, y a ambas
del sueño.




Versión de Tom Maver


      ººººººººººººººººººººººººººººººº


A Hymn to childhood


Childhood? Which childhood?
The one that didn’t last?
The one in which you learned to be afraid
of the boarded-up well in the backyard
and the ladder in the attic?

The one presided over by armed men
in ill-fitting uniforms
strolling the streets and alleys,
while loudspeakers declared a new era,
and the house around you grew bigger,
the rooms farther apart, with more and more
people missing?

The photographs whispered to each other
from their frames in the hallway.
The cooking pots said your name
each time you walked past the kitchen.

And you pretended to be dead with your sister
in games of rescue and abandonment.
You learned to lie still so long
the world seemed a play you viewed from the muffled
safety of a wing. Look! In
run the servants screaming, the soldiers shouting,
turning over the furniture,
smashing your mother’s china.

Don’t fall asleep.
Each act opens with your mother
reading a letter that makes her weep.
Each act closes with your father fallen
into the hands of Pharaoh.

Which childhood? The one that never ends? O you,
still a child, and slow to grow.
Still talking to God and thinking the snow
falling is the sound of God listening,
and winter is the high-ceilinged house
where God measures with one eye
an ocean wave in octaves and minutes,
and counts on many fingers
all the ways a child learns to say Me.

Which childhood?
The one from which you’ll never escape? You,
so slow to know
what you know and don’t know.
Still thinking you hear low song
in the wind in the eaves,
story in your breathing,
grief in the heard dove at evening,
and plentitude in the unseen bird
tolling at morning. Still slow to tell
memory from imagination, heaven  
from here and now,
hell from here and now,
death from childhood, and both of them
from dreaming.




from Behind My Eyes, W.W. Norton & Company, New York.




LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...