(EEUU, 1947 - )
El Libro de la Memoria. Libro Noveno.
Durante la mayor parte de su vida
adulta, él se ganó la vida traduciendo libros de otros escritores. Se sienta en
su escritorio leyendo un libro en francés y luego toma la lapicera y escribe el
mismo libro en inglés. Es a la vez el mismo libro y otro, y la extrañeza de
esta actividad nunca dejó de impresionarlo. Cada libro es una imagen de
soledad. Es un objeto tangible que uno levanta, deja, abre y cierra, y sus
palabras representan muchos meses, si no muchos años, de la soledad de un
hombre, de modo que cada palabra que uno lee en un libro puede decirle que se
está enfrentando a una partícula de esa soledad. Un hombre se sienta solo en un
cuarto y escribe. Por más que el libro hable de soledad o compañía, es necesariamente
un producto de la soledad. A. se sienta en su cuarto a traducir el libro de
otro hombre y es como si estuviera entrando en la soledad de ese hombre y
haciéndola suya. Pero esto es imposible, sin dudas. Porque una vez que la
soledad fue violada, o que otro hombre la continúa, no es más soledad sino una
suerte de compañía. Aunque haya un solo hombre en el cuarto, hay dos. A. se
imagina a sí mismo como una suerte de fantasma de ese otro que a la vez está y
no está ahí y cuyo libro es a la vez el mismo y otro distinto del que está
traduciendo. Entonces, se dice, es posible estar solo y acompañado al mismo
tiempo.
Una palabra se parece a otra, una
cosa se convierte en otra. De esta manera, se dice, funciona del mismo modo que
la memoria. Imagina una inmensa Babel dentro suyo. Hay un texto que se traduce
a sí mismo a una cantidad infinita de lenguas. Las oraciones salen en vuelcos
de él a la velocidad del pensamiento y cada palabra viene de una lengua
diferente, mil lenguas que claman dentro suyo a la vez y el estruendo que se
hace eco a través de un laberinto de cuartos, corredores, escaleras de cien
pisos. Repite. En el espacio de la memoria, todo es a la vez eso y otra cosa. Y
después se da cuenta de que todo lo que está queriendo guardar en el Libro de la Memoria , todo lo que ha
escrito hasta ahora, no es más que la traducción de uno o dos momentos de su
vida – esos momentos que vivió en vísperas de la Navidad de 1979 en su
cuarto de la calle Varick número 6.*
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The book Of Memory. Book Nine.
For most of his adult life, he has
earned his living by translating the books of other writers. He sits at his
desk reading the book in French and then picks up his pen and writes the same
book in English. It is both the same book and not the same book, and the strangeness
of this activity has never failed to impress him. Every book is an image of
solitude. It is a tangible object that one can pick up, put down, open, and
close, and its words represent many months, if not many years, of one man’s
solitude, so that with each word one reads in a book one might say to himself
that he is confronting a particle of that solitude. A man sits alone in a room
and writes. Whether the book speaks of loneliness or companionship, it is
necessarily a product of solitude. A. sits down in his own room to translate
another man’s book, and it is a though he were entering that man’s solitude and
making it his own. But surely that is impossible. For once a solitude has been
breached, once a solitude has taken on by another, it is no longer solitude,
but a kind of companionship. Even though there is only one man in the room,
there are two. A. imagines himself as a kind of ghost of that other man, who is
both there and not there, and whose book is both the same and not the same as
the one he is translating. Therefore, he tells himself, it is possible to be
alone and not alone at the same moment.
A word becomes another word, a thing
becomes another thing. In this way, he tells himself, it works in the same way
that memory does. He imagines an immense Babel
inside him. There is a text, and it translates itself into an infinite number
of languages. Sentences spill out of him at the speed of thought, and each word
comes from a different language, a thousand tongues that clamor inside him at
once, the din of it echoing through a maze of rooms, corridors, and stairways,
hundreds of stories high. He repeats. In the space of memory, everything is
both itself and something else. And then it dawns on him that everything he is
trying to record in The Book of Memory, everything he has written so far, is no
more that the translation of a moment or two of his life – those moments he
lived through on Christmas Eve, 1979, in his room at 6 Varick Street.
The invention of
solitude, Faber & Faber , USA , 1988