7.5.12

Mary Oliver - Otra forma de entrar al fuego





Nota del T.: Sedentario a más no poder, en otros lugares me cuesta dormir. Me quedo inmóvil en la cama, habiendo dormido apenas unas pocas horas. Mis amigos, en cambio, descansan. Oigo sus respiraciones pesadas, el chasquido del caloventor cuando se enciende o se apaga. Tengo los ojos abiertos. Estoy en una cama marinera en un hostel cerca del río, en Rosario. Del otro lado del río se ven árboles, una vegetación blanda acariciada por el río. Oigo pasos que van y vienen por el patio que da a nuestro cuarto y por donde entra la luz del día. Algo indefinido en el cuerpo me duele. Hay otras formas de vivir, me digo. Pero agrego: es el momento de vivir así, sin que se note casi, en silencio, en una semi oscuridad y con la sensación de que sería imposible levantarme. Cierro los ojos. En otra parte, muy lejos de donde estoy, una mujer se levanta y sale a caminar con una libretita donde escribe poemas hermosos. Poemas que en algún momento, cuando me levante, cuando vuelva a Buenos Aires, leeré asombrado y que querré traducir. Y pienso en este hecho: soy una persona que la mayor parte del tiempo lee, traduce y escribe poemas, cosa que luego de estar tres días sin hacerlo me desconcierta un poco. Si me dejara llevar, podría creer que esa es otra vida, anterior o imaginaria. Oigo un crujido. Alguno de mis amigos acaba de moverse en la cama. Pero yo escucho otra cosa: Mary Oliver, allá, en Nueva Inglaterra, luego de escribir un nuevo verso en su libreta, sigue caminando por el bosque, pisando ramas que se quiebran. Huele el aire de la mañana que parece provenir del suelo. Mira a su alrededor. Su cabaña quedó atrás. Siente que es hora de regresar, que necesita terminar ese poema que le ronda la cabeza. Yo vuelvo a escuchar pasos en el patio, alguien sube por la escalera a las apuradas y cierra la puerta de un cuarto. Me quedo oyendo con los ojos abiertos.

Escribir es como pescar, se requiere de atención, de insistencia y de un tiempo de espera. Para luego ver que lo que sacamos no es lo que esperábamos: su misterio nos interpela y nutre. Escribir es otra forma de entrar a la naturaleza, dice Mary Oliver. Traducir, digo yo, es otra forma de entrar al fuego de la escritura. 


A continuación, la selección de poemas que traduje para la revista virtual No-Retornable (gracias, Nurit, por pensar en mí).




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