No me molesten.
Acabo
de nacer.
Mary Oliver
Esta foto
habla de mí. Duermo en el asiento de atrás del auto, un Gacel gris que tuvimos
por años y que hoy apenas recuerdo. Trato de imaginar aquel viaje. Mis padres
hablan, veo por el espejo retrovisor una franja de la mirada de mi padre, me
veo a mí mismo con sueño mirando por la ventana, restregándome los ojos,
acomodándome de a poco en el asiento. En un momento, mi madre se da cuenta,
hacen silencio. Mi padre baja la velocidad mientras ella saca la cámara.
Elige un instante del tiempo y aprieta el disparador. Ahora ustedes me ven con
los ojos de mi madre. Esta foto habla de cómo fui mirado una vez.
Entre ese instante congelado y éste hay un paréntesis
que se sigue abriendo. De esos ojos cerrados a estos abiertos, de él a mí:
desajustes. Mis sueños, mis palabras, mis poemas: nada parece hacerme coincidir
conmigo mismo. Ser cada vez diferente del que fui. Estar hecho de humo, ser la
superficie de una pileta un día de lluvia. En todo momento estamos tendiendo hacia algún lado, somos
agarrados en un vaivén, hamacándonos entorno al presente.
Miro la
foto de nuevo. Parezco tranquilo, relajado. El chalequito, los colores de la
botamanga haciendo juego con la camisa, la postura, todo eso da la sensación de
que hay una mano amorosa que acomoda mi infancia. En cierta medida creo mis padres le sacaron una foto a un deseo, el suyo. Hoy ya no sé si coincido con aquel niño,
con ese deseo. Voy a un espejo, me miro y veo otra cosa. Vuelvo a la foto: no puedo
dejar de pensar que en esta imagen falta algo y no sé qué es. Me pregunto qué
estaría soñando y me doy cuenta, entonces, de qué es lo que falta en el cuadro:
mi propia mirada.
Es
extraño escribir poemas, es una actividad que para mí tiene al mismo tiempo la
cualidad de la publicidad y la del secreto. Uno puede esconderse, pero se
muestra. Uno muestra algo, pero inevitablemente caen los velos que sugieren
otras cosas, cosas que muchas veces ni siquiera uno mismo se da cuenta de que está
poniendo sobre el tapete. Supongo que toda esta nota es para justificar el
hecho de mostrar mis propios poemas en un blog de traducciones. Pero es también
un acto de fidelidad: soy esto y esto y esto. Aquéllos son mis límites como
traductor; éstos, como escritor. Mientras tanto, los poemas van de un cerco al
otro.
Me
reservo ese gesto pudoroso al mismo tiempo que vanidoso: que hayan sido otros,
otras, las que publicaran mis cosas. Mi agradecimiento a Sandra Toro y a su
enorme blog: El placard (http://el-placard.blogspot.com.ar/2012/04/poemas-de-tom-maver.html);
y a Rocío Wittib por convocarme a participar en la revista mexicana: Círculo de
poesía (http://circulodepoesia.com/nueva/2012/04/nuevos-poetas-de-buenos-aires/).
De paso
también dejo el link donde Osvaldo Bossi, un tiempo atrás, publicó unos poemas
míos que todavía hoy siguen inéditos: http://muchachodeloshelados.blogspot.com.ar/search/label/Tom%C3%A1s%20Maver
En fin,
estos son algunos de mis poemas. La inexactitud de lo que soy, los párpados
cerrados de ese chico, la electricidad de los polos de mi persona, los imanta.