24.6.12

Wallace Stevens - El planeta en la mesa



El planeta en la mesa

Ariel estaba contento de haber escrito sus poemas.
Eran de una época que recordaba
o de algo que había visto que le había gustado.

Los otros trabajos del sol
eran desperdicio y acumulación
y el arbusto maduro se marchitaba.

Él y el sol eran uno
y sus poemas, a pesar de haberlos hecho él mismo,
estaban también hechos por el sol.

No era importante que sobrevivieran.
Lo que importaba era que cargaran
algún rasgo o característica,

alguna riqueza, aunque fuera entrevista,
en la pobreza de sus palabras,
del planeta del que formaban parte. 





Nota del T.: Los poemas en la mesa. Después de un largo camino, llegan a esa mesa, los deja apoyados y toma el micrófono. Mira al público, me mira. Unas horas antes nos encontramos, caminamos algunas cuadras y elegimos un lugar donde comer antes de ir a la lectura. La vi entusiasmada, comiendo, hablando de sus proyectos, de sus libros. Ahora deja de ordenar sus papeles y luego de unas palabras introductorias, empieza a leer sus poemas. Oigo su voz y mantengo silencio, el público también permanece callado, a la expectativa. Entonces, me vuelve a pasar lo que me pasa a veces cuando estoy concentrado escuchándola: llegado un punto, me desconcentro. Es como si no pudiera escucharla de un modo lineal, progresivo, sin que mi atención empiece a dar saltos, como si algo en sus poemas me tomara de la mano y me llevara hacia otro lugar. Sí, algo así: soy llevado por lo que dice lejos de lo que dice, hacia ese planeta de donde trae los poemas. La vuelvo a mirar: ella sigue ahí. Ahora, que estamos volviéndonos en el colectivo, me dejo fascinar por sus ojos que me miran y luego giran hacia la ventanilla, atraídos por las luces que pasan. De alguna manera siento que los que conversan tatúan silenciosamente en los ojos del otro, con sus miradas, algo indescifrable. Mientras trato de seguirle la mirada, le oigo decir como al pasar que no sabe dónde va a estar el año que viene en esta época, oigo palabras como España, Nicaragua, Chile y me doy cuenta de que soy yo ahora el que mira por la ventana. Ella sabe, sin embargo, que nuestro lugar es éste, el de la conversación: un sitio desarraigado que brota de los encuentros. Desarraigado y encarnado en nosotros. En Vivre sa vie, la película de Jean-Luc Godard, se dice que hablar es una resurrección, que cuando se habla hay otra vida. La veo y miro que está un poco ensimismada, pensando en voz alta, necesitándome y al mismo tiempo prescindiendo de mí y yo hablo un poquito hacia adentro, y pienso que en estos momentos estamos viviendo esa otra vida, juntos, yendo hacia lo ajeno para no morir de fugacidad.


Versión de Tom Maver


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The Planet On The Table

Ariel was glad he had written his poems.
They were of a remembered time
Or of something seen that he liked.

Other makings of the sun
Were waste and welter
And the ripe shrub writhed.

His self and the sun were one
And his poems, although makings of his self,
Were no less makings of the sun.

It was not important that they survive.
What mattered was that they should bear
Some lineament or character,

Some affluence, if only half-perceived,
In the poverty of their words,
Of the planet of which they were part.



from The Collected Poems of Wallace Stevens, Vintage Books, New York, 1990.

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