(1928 - 2014)
Cuando los
grandes árboles caen
Cuando los
grandes árboles caen,
las rocas
en distantes colinas tiemblan,
los leones
se agachan
detrás de
los altos pastos
e incluso
los elefantes
buscan con
torpeza estar a resguardo.
Cuando los
grandes árboles caen
en los
bosques,
las
pequeñas cosas se tapan de silencio,
sus
sentidos
quedan
desgastados más allá del miedo.
Cuando las
grandes almas mueren,
el aire a
nuestro alrededor se vuelve
ligero,
raro, estéril.
Respiramos
apenas.
Nuestros
ojos apenas
ven con
una claridad
que duele.
Nuestra
memoria, de pronto agudizada,
examina,
rumia en
las palabras bondadosas
no dichas,
los
prometidos paseos
que no
dimos.
Las grandes
almas mueren y
nuestra
realidad, pegada
a ellas,
también se retira.
Nuestras
almas,
dependientes
de su
alimento,
ahora se
encogen y marchitan.
Nuestras
mentes, formadas
e
informadas
por su
brillo,
se
abandonan.
No nos
volvemos locos
más bien
nos reducimos a una ignorancia indecible
de oscuras
y frías
cuevas.
Y cuando
las grandes almas mueren,
después de
un tiempo la paz florece,
lentamente
y siempre
con
irregularidad. Los espacios se llenan
con una
especie de
confortante
vibración eléctrica.
Nuestros
sentidos, restaurados, nunca
los mismos
otra vez, nos susurran.
Existieron.
Ellos existieron.
Podemos ser.
Ser y ser
mejores.
Porque ellos existieron.
Versión de
Tom Maver
Mariana Enríquez sobre Maya Angelou:
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5337-2014-06-01.html
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When Great
Trees Fall
When great
trees fall,
rocks on
distant hills shudder,
lions
hunker down
in tall
grasses,
and even
elephants
lumber
after safety.
When great
trees fall
in forests,
small
things recoil into silence,
their
senses
eroded
beyond fear.
When great
souls die,
the air
around us becomes
light,
rare, sterile.
We breathe,
briefly.
Our eyes,
briefly,
see with
a hurtful
clarity.
Our memory,
suddenly sharpened,
examines,
gnaws on
kind words
unsaid,
promised
walks
never
taken.
Great souls
die and
our
reality, bound to
them, takes
leave of us.
Our souls,
dependent
upon their
nurture,
now shrink,
wizened.
Our minds,
formed
and
informed by their
radiance,
fall away.
We are not
so much maddened
as reduced
to the unutterable ignorance
of dark,
cold
caves.
And when
great souls die,
after a
period peace blooms,
slowly and
always
irregularly. Spaces fill
with a kind
of
soothing
electric vibration.
Our senses,
restored, never
to be the
same, whisper to us.
They
existed. They existed.
We can
be. Be and be
better. For they existed.