Oda al
Himen
No sé en
qué momento naciste
dentro mío
cuando estaba adentro de mi madre.
Quizá
cuando los músculos involuntarios se estaban armando
como
gelatina rosa. Me encanta pensar en vos en aquel entonces,
tan
completo, tan inmune, tanto vos como el clítoris a salvo
como la
vida dentro de la cual habitaban.
Tendrían
que haber matado a mi madre y a mí
para
agarrar a cualquiera de ustedes dos.
La amo en
este momento, esa fortaleza enorme alrededor mío,
la cabeza
de la matrona alrededor de la suave carne de mi cabeza de señorita.
No sé quién
te inventó para que conserves el interior de una chica limpio
y bien cubierto.
Querida pared, querida compuerta, querido broche,
querida
puerta, no una gatera ni una puerta giratoria
sino una
piñata de una sola vez, la sangre saliendo en serie.
¿Cuántas
partes del cuerpo fueron hechas para ser destruidas alguna vez?
El más profundo y agonizante placer esperando
del otro lado.
¿Fuiste un
hueso duro de roer, no? Te tomaste tu trabajo
muy
seriamente. Nunca sentí un dolor tan puro como ése.
Fuiste la
mujer que el mago corta al medio.
Estaba tan
orgullosa de vos. Parecía que te convertías al menos
en una copa
del más brillante ingrediente arterial. Y qué suerte tuvimos
vos y yo de
que pudiéramos elegir cuándo y con quién y dónde y por qué.
Afelpado,
alfiletero, violáceo revestimiento de un cajón de tesoros.
Estabas de
alguna manera un poco relacionado con las estatuas que lloran.
Eras el
corazón de San Valentín. Sucedió sobre la alfombra de un living
que nos
prestaron. Pero yo me sentí como si estuviéramos en los bosques
de Diana la
cazadora, él y yo y vos juntos, o como si estuviéramos
en un lugar
donde el magma del centro del mundo ascendiera
desde el
fondo del océano. Gracias por tu vida y muerte. Gracias
por las
chicas que caminaban delante mío arrojándome tus pétalos escarlata.
Pasarían
años hasta que me casara o pudiera llevar para alguien
dentro mío
un pequeño himen bebé cerca de los huevos con otros ínfimos
hímenes
dentro suyo. Pero vos me llevaste hacia la vida de una mujer.
Fuiste una
especie de madre de sangre para mí. Primero me mantuviste cerca
por
dieciocho años y después me soltaste.
Versión de Tom Maver