Esta vez Sandra Toro traduce a Sylvia Plath y escribe una Nota de la Traductora.
Olmo
para Ruth Fainlight
Conozco el fondo, dice. Lo conozco con mi raíz principal;
Es lo que a vos te da miedo.
Yo no le temo: estuve ahí.
¿Lo que escuchás en mí es el mar
Con sus descontentos?
¿O la voz de la nada, tu locura?
El amor es una sombra.
Cómo se miente y se llora detrás de él.
Escuchá: son sus cascos: se escapó, como un caballo.
Así voy a galopar toda la noche, impetuosa,
Hasta que tu cabeza sea una piedra y tu almohada un pequeño prado
Que retumba, retumba.
¿O te traigo el sonido de los venenos?
Esto ahora es la lluvia, el gran silencio.
Y éste, su fruto: blanco de estaño, como el arsénico.
Sufrí la atrocidad de las puestas de sol.
Calcinados hasta la raíz
Mis filamentos al rojo arden y se erizan como una mano de alambre.
Ahora me rompo en pedazos que vuelan como clavas.
Un viento de tal violencia
No va a soportar espectadores: Tengo que gritar.
La luna también es despiadada: si fuese estéril
Ella me arrastraría con crueldad.
Su resplandor me humilla. O quizás la atrapé yo.
La dejo ir. La dejo ir.
Menguada y chata como después de una cirugía radical.
Cómo me poseen y me dotan tus pesadillas.
Estoy habitada por un grito.
De noche aletea
Buscando, con sus garras, algo para amar.
Me aterra esta cosa oscura
Que duerme en mi;
Todo el día siento sus movimientos de felpa, su malicia.
Las nubes pasan y se dispersan.
¿Son esos los rostros del amor, esos pálidos irrecuperables?
¿Por algo así se agita mi corazón ?
Soy incapaz de otro conocimiento.
¿Y esto qué es, este rostro
Homicida estrangulado entre las ramas?
Sus ácidos ofídicos sisean*.
Petrifica la voluntad. Estas son los faltas lentas y aisladas
Que matan, matan, matan.
Dice Sandra Toro: Siempre quise escribir
una “N. de la T.” ,
tanto como subirme a un auto y decirle al chofer “Siga a ese taxi”. Y esta es
la oportunidad perfecta. Una traducción con nota al pie. Acá va...
* N.
de la T. : Cuando empecé a leer a Sylvia Plath, a
principios de los '90, creía que quería ser poeta. Una tarde llegó un amigo con
un fascículo del Centro Editor y me dijo “Tomá, leé. Tiene mucho que ver con
vos. Más que Pizarnik”. Y tenía, sí. Así que quise más, pero no había otras
traducciones a mano. Una odisea conseguir los Collected Poems, devorando en el
camino todo lo que me llegara en forma de fotocopias, apuntes, notas. En mi
barrio todavía no había cybers y Google quedaba muy lejos. El punto es que ahí,
ese verano, empezó la obsesión por descifrar (y la duda). Si el poeta no está seguro de si es
eso lo que quería decir, el que traduce mucho menos. Casi al final de este
poema, Elm, hay un verso que dice:“Its
snaky acids hiss”. Desde un principio opté por traducirlo literalmente como
“sus ácidos ofídicos sisean”. En ese
momento nació la duda, al comparar mi versión con la del fascículo del Centro
Editor. Y por mucho tiempo, ya con otras herramientas a preguntándome: ¿por qué esas versiones en castellano que encontraba lo
traducían como “sus ácidos
ofídicos besan”?
Hace poco pude responderme esa pregunta.
Parece ser (según datos de Tracy Brain en "The Other Sylvia Plath",
Longman, London 2001, pp. 24-25.) que, en primera instancia, el poema fue
publicado correctamente en el New Yorker del 3 de agosto de 1963; pero en la
primera edición británica de Ariel and
The Colleted Poems se cometió un error de impresión al cambiar la palabra hiss por kiss. Error que fue perpetuado en las ediciones norteamericanas y,
posteriormente, en las traducciones al castellano. ¡EUREKA! Entonces podía
ponerle punto final a esta versión testaruda, después de veinte años.
Lo
cierto es que esta nota podría titularse “Elogio de la duda”. Aunque después de
releerla pienso en “Elogio de la testarudez”. Así que no le puse título por
ahora. No sé. Dudo.
Versión y Nota: Sandra Toro
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Elm
for Ruth Fainlight
I know the bottom, she
says. I know it with my great tap root;
It is what you fear.
I do not fear it: I
have been there.
Is it the sea you hear
in me,
Its dissatisfactions?
Or the voice of
nothing, that was your madness?
Love is a shadow.
How you lie and cry
after it.
Listen: these are its
hooves: it has gone off, like a horse.
All night I shall
gallup thus, impetuously,
Till your head is a
stone, your pillow a little turf,
Echoing, echoing.
Or shall I bring you
the sound of poisons?
This is rain now, the
big hush.
And this is the fruit
of it: tin white, like arsenic.
I have suffered the
atrocity of sunsets.
Scorched to the root
My red filaments burn
and stand, a hand of wires.
Now I break up in
pieces that fly about like clubs.
A wind of such violence
Will tolerate no
bystanding: I must shriek.
The moon, also, is
merciless: she would drag me
Cruelly, being barren.
Her radiance scathes
me. Or perhaps I have
caught her.
I let her go. I let her
go
Diminished and flat, as
after radical surgery.
How your bad dreams
possess and endow me.
I am inhabited by a
cry.
Nightly it flaps out
Looking, with its
hooks, for something to love.
I am terrified by this
dark thing
That sleeps in me;
All day I feel its
soft, feathery turnings, its malignity.
Clouds pass and
disperse.
Are those the faces of
love, those pale irretrievables?
Is it for such I
agitate my heart?
I am incapable of more
knowledge.
What is this, this face
So murderous in its
strangle of branches? ----
Its snaky acids hiss.
It petrifies the will.
These are the isolate, slow faults
That kill, that kill,
that kill.